miércoles, 7 de septiembre de 2011

A un año de la okupación de Milena Caserola en el Stand de la feria internacional del libro de Frankfurt.
Por Marilina Winik

El post 2001, fue quizás la época más experimental que viví. Y esos recuerdos oníricos están atravesados por  lugares y sensaciones muy extremas que van desde un largo nocturno, sucio verano de calor y agite plagado de fiestas y desmemorias, hasta una ciudad efervescente ruidosa de cacerolazos y escraches, de cortes de ruta y conurbano, de bicicletas yendo y viniendo de no sé qué hacia no sé donde...
Indymedia era el colectivo de contrainformación en el que participaba por lo que estuve muy cerca  de aquel momento de fervor okupa que en pocos meses brotaba de a decenas, como nuevos territorios habilitados para construir mundos “más horizontales”. La crisis económica que había explotado en el país hizo que muchos espacios públicos y privados estuvieran en desuso, abandonados y la posibilidad de ingreso era relativamente fácil debido a que no había especulación inmobiliaria.
La representación okupa era muy diversa social, estética, política y territorialmente. En todas estaba presente la necesidad de territorio y la proliferación era vivenciada como victorias de los movimientos, que habiéndose conocido en la calle territorializaban el desafío de mantener los proyectos colectivos como espacios públicos.
Además del estilo de okupación asambleísta que proliferó en la ciudad de Buenos Aires en mercados, bancos, locales y confiterías,  convivía otros modelos que tienen continuidad en el presente. Las históricas de pertenencia  anarquista, que adquirían el estilo del centro social okupado europeo adaptado a las pampas como Tierras del Sur, Los Trivenchi, Las Grietas, La Kasa de las Estrellas, o el CC La Sala. Las fábricas recuperadas como el IMPA, Brukman la textil que nos tuvo en guerra contra la policía, la mítica Zanón en Neuquén, la imprenta recuperada Chilavert, Grisinólopis, el Bauen, son algunas de las más de doscientas que fueron recuperadas por trabajadores y trabajadoras cuando los patrones habían decidido cerrarlas. Las ocupaciones de tierras y el crecimiento del movimiento campesino, el MOCASE, o las ocupaciones de los pueblos originarios que siguen desarrollándose cada día. Los MTDs en especial el Frente Popular Darío Santillán quienes recuperaron espacios,  se organizaron, crecieron, se esparcieron, crecieron  gracias a la okupación y al trabajo  territorial.
Incluso acá, en este mismo espacio físico donde supuestamente estoy leyendo esto, el Archibrazo, funcionaba la casa del colectivo de artistas Etc. quienes a su vez lo habían okupado en el año 2000 en una búsqueda artística y experimental. 

Una tarde de verano estábamos con Matías tomando una birra frente a la plaza Almagro, por Bulnes cuando pasó Fede Zukerfeld. Llevaba una repisa destartalada en forma de casa que se había encontrado por la calle, y en un intercambio amable nos invitó a participar de una asamblea en su okupa, o acá mismo, para organizar una acción para el 24 de marzo de 2002. El plan era construir una (milena) cacerola gigante junto a una gomera de proporción similar que enmarque al ejército de locos y soñadores.

Fuimos a la asamblea y luego participamos de muchas acciones que este colectivo de artistas realizó en diversos contextos políticos en el espacio público. Respecto a la casa okupada  nos contaron sobre Andralis, el escritor surrealista que era el dueño y  que al parecer trabó amistado con poetas como Antonin Artaud. Aunque en esta casa hoy un bar, sobrevuelan  los espíritus fantasmagóricos de muchos artistas y poetas que visitaron a Andralis, así como a los amigos de Etc.

En esa experimentación autodidacta por el mundo de la okupación también conocimos una cantidad de personajes, viajeros que desde diversas partes del mundo traían sus propias experiencias okupas y más tarde los viajes que hicimos a tierras de centros sociales, de comunidades mediactivistas, artísticas, estéticas...

Por todo eso pensaba que la acción de okupación del stand por parte de Milena Caserola en Frankfurt no es casual, ya que adquiere múltiples sentidos posibles de ser pensados desde una mirada resistente.

1. Resiste y rinde homenaje a la representación okupa local y global de la cual Milena es heredera y protagonista.
2. La okupación entendida como “apropiación de un espacio privado” es una acción política, que genera un acontecimiento ya que irrumpe en la “realidad” convirtiéndose al interior de ese espacio en un otro radical, diferenciado, marginado que si no hubiera okupado no podría, bajo ninguna circunstancia, formar parte de ese mercado del copyright llamado feria. Pero al estar presente abre la pregunta hacia los demás sobre todos los que no están.
3. Es resistente ya que abre en acto el intersticio que pregunta por la interpretación dominante acerca de las condiciones de producción cultural. Sólo con su presencia deconstruye la feria misma. La okupación como acontecimiento en Frankfurt da cuenta que el mundo que han organizado, racional, calculable y finito es representación.
5. Es resistente porque prefiere okupar un otro lugar antes de intentar estar dentro del stand argentino. El homenaje realizado a la literatura local en esa feria es desmemoriada ya que se celebra y aplaude a quienes trasnacionalizaron en los '90 la industria editorial.
6. Es resistente porque pone el cuerpo, y su cuerpo es un corpus literario lleno de historias, poéticas y ensayos multidiversos, a veces inclasificables, incomesurables e inestables de escritores y escritoras, poetas, artistas, investigadores e investigadoras que emergen a borbotones desde esa caserola en ebullición.
7. Es resistente porque se divierte, se rie, aprovecha los cocteles y se emborracha y la pasa bien, se encuentra con otros que están allí y conversa. Conocen escritores, editores que retratan en el stand, organiza conferencias en las afueras, en los bares para contar la experiencia de sus prácticas editoriales. Las ferias son como shopings sin alma, sin vida, serias, aburridas, monótonas, sin sorpresas. Sin embargo el stand de Milena está feliz y emana  alegría que comparte con todos por la manera de haber llegado hasta allí.

El hecho de que hoy estemos aquí reunidos celebrando la apertura de una nueva sucursal de Milena  Caserola en Berlín, en este espacio físico tan cargado de surrealismo, de experiencias compartidas da cuenta de lo inaprensible en que puede mutar un espacio y sus habitantes. Tal vez una traducción posible para pensar Milena Caserola sea contextualizarla como parte de una época, por la que está atravesada. La acción okupa plantea otro intersticio desde el cual puede surgir, emerger la  creación de proyectos autónomos, multiformes, bellos, inteligentes, afectivos, resistentes que poco tiene que ver con homenajes y celebraciones a la identidad nacional pero que si tiene que ver con el desarrollo utópico, experimental, alegre y  desvergonzado de Matías y sus maneras de hacernos entrar en los territorios de ilusión/realidad. Y “eso” es justamente lo que nos interroga -a cada uno con su aporte en desnaturalizar la cultura, propagar discursos e ideas- sobre las maneras en que pueden devenir las prácticas políticas, las poéticas y la ética.

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